ARISTÓTELES Y LOS NIÑOS FERALES

Aristóteles sostiene que el ser humano se desarrolla de un modo pleno, en términos de una buena supervivencia, únicamente en el seno de una comunidad política (ciudad o estado), como marco social que garantiza todas sus necesidades. Igualmente, subraya la importancia del lenguaje como instrumento que facilita y hace posible la vida cívica entre los seres humanos.Aristóteles estima que la existencia del ser humano se encuentra ligada necesariamente a la convivencia social. Al respecto, señala que el resto de los animales al carecer de lenguaje (seres irracionales) se muestran incapaces de desarrollar una vida política. Otro tanto podría decirse de los dioses, pero por una razón distinta, cual es su poder para valerse por sí mismos sin la cooperación con sus semejantes de la misma condición divina. La reflexión de Aristóteles sobre la condición social del ser humano nos autoriza a sostener la vigencia y actualidad de sus planteamientos, y ello de un modo especial en lo referente al caso de los niños ferales.Aristóteles sostiene que los seres humanos precisamos vivir en sociedad para satisfacer todas las demandas propias de nuestra naturaleza (alimento, vivienda, vestido, educación moral y política…), de tal modo que considera inviable la supervivencia humana al margen de la existencia comunitaria.El desamparo en el que se encuentran los niños ferales vendría a confirmar los planteamientos de Aristóteles. Nos hacemos humanos en un entorno social y quien se ve privado del contacto con otras personas se degrada y se convierte en un animal. Según Aristóteles, los seres humanos somos entidades biológicas dotadas de unos recursos de supervivencia muy limitados, en comparación con el resto de los animales (Cfr. Relato del mito de Prometeo). Por ello, nuestra supervivencia se apoya en la convivencia social (cooperación con otros seres humanos), es decir, maduramos y nos hacemos humanos en el trato con nuestros semejantes. La sociabilidad sería el manto protector en el que nos protegemos de nuestras carencias, tal y como pone de manifiesto J. Itard a la hora de analizar la inmadurez sensorial, afectiva e intelectual de Víctor de L´Aveyron.Una última consideración. Aristóteles y J. Itard estarían de acuerdo con la frase “Nuestra especie es especial porque sus miembros se necesitan entre ellos”.